dijous, 7 de maig del 2015

Guanyadors llegenda 4t d'ESO castellà



(1r premi)

En un pequeño pueblo entre las montañas, que aglutinaba tres masías, extensas tierras y un río, vivía una familia de humildes payeses, que no andaban bien económicamente, con sus hijos.
María, la madre, se despertaba cada mañana temprano e iba a dar de comer a las gallinas, a las vacas, a las ovejas y a los cerdos; mientras que Juan, el padre, preparaba el desayuno para toda su familia. Cuando sus tres hijos despertaban, desayunaban juntos y, más tarde, la madre iba a trabajar en el campo, el hombre se quedaba limpiando y ordenando la casa, y Miguel, Tulio e India iban a jugar.
Un 9 de agosto, Tulio había preparado una excursión al río, y los tres hermanos seguían su curso hasta llegar a una pradera dónde había un pequeño lago, el cual al fundirse su color con el del cielo creaba un precioso efecto. Estaba rodeado de colorida vegetación y había un columpio en el medio de este maravilloso campo.
India se acercó al lago a lavarse la cara y las manos con el agua cristalina y purísima. Eso hizo que ese día, después de dicho “ritual”, viera una especie de isla minúscula con una puerta de piedras superpuestas en el medio de ese lago, que daba paso a una pequeña cueva. Así tan rápido como lo vio, decidió contárselo a sus hermanos. Tulio, quien no carecía del don de aventurero, decidió acercarse, pero Miguel, el más previsor de todos, le advirtió del peligro que eso suponía.
India, la más delicada y pura, quiso ir sin más dilación, así que se dobló un poco las mangas y los pantalones y empezó a entrar lentamente. Pero de pronto se empezó a escuchar un gran ruido y tres grandes rocas que rodeaban la isla empezaron a salir de dentro de la laguna.
La chica se dirigió a la que tenía más cerca y descubrió en su centro una <T> escrita con profundidad. Le pidió a Miguel que fuera a ver otra y, en su centro, había una <M> escrita de la misma forma. India le pidió que se alzara en ella, y a Tulio, que se pusiera enzima de la <T>. Fue a por la última roca, y como suponía, había una <I> grabada en ella. Se puso encima.
Las rocas empezaron a acercarse con un ritmo rápido hacia la isla, y los niños, con una mezcla de sentimientos, se encontraron en ella. La puerta de la cueva se abrió y de ahí empezaron a salir unas bellas mariposas blancas, con un vuelo suave y delicado. Seguidamente cayeron unos pétalos dorados y otros blancos hacia el agua, y otros se quedaron en el suelo de la espectacular cueva.
Finalmente, cuando la magia se acabó, decidieron entrar. Pero su máxima sorpresa fue entrar y ver ese enorme cofre lleno de oro, que no dudaron ni un segundo en dar hasta el último céntimo a sus padres, ya que su pobreza hacia que hubieran de trabajar cada día para poder tener un pedacito de pan para cenar.
Volvieron a su casa. Al llegar, les contaron la mágica aventura a sus padres y seguidamente les dieron todo el oro. Sus padres, llorando de la emoción, estaban tan agradecidos que decidieron ir de inmediato a verlo todo.
Tal fue su sorpresa al llegar y ver la cueva derrocada y el lago sin las tres piedras con sus iniciales. Pero sabían que sus hijos estaban diciendo la verdad, así que se arrodillaron y dieron las gracias al lago por salvarlos de su pobreza. Y juraron que, para mostrar su agradecimiento, volverían los cinco al menos una vez por semana.
Se dice que en ese lago quedaron sus almas para siempre, y que es por eso que es visitado por las mariposas blancas cada 9 de agosto. Es cierto que hay una montaña de piedras en el medio de este lago, y se cuenta que  las monedas que se pueden apreciar en su fondo son las que cayeron del gran cofre ese día. Algunos, incluso, dicen haber visto alguna piedra con una <T> en su fondo.
Yo no lo he visto, pero sospecho que es cierto. Mi abuelo Tulio me lo contó ayer, 9 de agosto.

                                                                                                       Alba Martos, 4t A

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